El robo de la Virgen de Guadalupe: la pintura del Cuzco que reapareció en California
Las autoridades de Perú y Estados Unidos investigan el hallazgo de una valiosa pintura religiosa de la época colonial que fue robada de un templo católico del Cuzco en el 2002 y, más de quince años después, fue redescubierta en la colección de una importante diócesis de California. Es el hallazgo más importante en el marco de la investigación Memoria Robada de OjoPúblico. Es probable que el cuadro, considerado una rareza por varios expertos, regrese al país en los próximos meses.
A inicios de octubre del 2016, el Bowers Museum de California inauguró una imponente exhibición de arte religioso que atrajo a expertos, autoridades eclesiásticas, diplomáticos y devotos. La muestra se titulaba “Virgen de Guadalupe: Imágenes en México Colonial”, y reunía más de setenta obras exquisitas, entre pinturas, esculturas y adornos prestados por quince museos. “Vemos muchas piezas que nunca más volveremos a ver juntas”, festejó el cónsul mexicano. Una de las principales era un óleo con la imagen de la llamada “Diosa de las Américas” pintada en el siglo XVIII. Un Obispo se tomó varias fotos con la obra. Una reportera publicó una foto en Twitter. Ninguno debía saber que por casi quince años la pieza estuvo considerada como una joya perdida: había sido robada de una iglesia en el Perú.
El cuadro bajo sospecha mostraba a la Virgen de Guadalupe rodeada de guirnaldas y flores, con las escenas de sus cuatro apariciones milagrosas en las esquinas y con los puntos cardinales marcados por los llamados “Cuatro Baluartes de México”, esas imágenes protectoras inspiradas en la Virgen María: la propia Guadalupe al norte, la Virgen de la Piedad al sur, la Virgen de la Bala al este y la Virgen de los Remedios al oeste. La pieza, cuya rareza fue destacada por medios estadounidenses meses antes de la exposición, estaba atribuida a Nicolás Rodríguez Juárez, uno de los grandes maestros de la pintura novohispana, como se conoce al arte de la época colonial de México.
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Hasta el día de la inauguración, lo que se sabía de su procedencia era que había sido prestada por la Diócesis del Condado de Orange, en California, uno de los más ricos de Estados Unidos. La obra todavía estaba en exhibición cuando una fuente del mundo del arte proporcionó a OjoPúblico evidencia convincente de que se trataba de una pintura robada. Lo que empezó entonces fue una pesquisa en tres países, promovida por este medio digital como parte del proyecto Memoria Robada, una investigación internacional sobre el tráfico del patrimonio cultural de América Latina en todo el mundo.
Este caso confirmaba los alcances del tráfico de arte religioso hacia el mercado del coleccionismo en Estados Unidos.
La evidencia principal era una vieja fotografía en blanco y negro, algo granulosa, que mostraba un cuadro recostado en una pared con rajaduras. La obra lucía graves signos de deterioro: un marco de madera muy maltratado, los colores oscurecidos y agujeros en distintos puntos de la tela. A pesar de ese estado, una simple comparación permitía ver que la imagen del óleo era la misma que la de la pintura exhibida en California. La fotografía original fue tomada más de treinta años atrás, en agosto de 1983, en la Iglesia Santiago Apóstol, un templo del siglo XVI en la provincia de Urubamba, al norte del Cuzco. Era la prueba de que la obra estuvo allí hasta que fue sustraída por desconocidos en febrero del 2002.
Tras la desaparición del cuadro, la foto fue incluida en un catálogo virtual de obras de arte robadas que el Arzobispado del Cuzco mantuvo en línea hasta hace algún tiempo. Luego el catálogo fue desactivado, por motivos ajenos al caso, y el asunto pasó al olvido hasta que la obra fue detectada en la muestra de Estados Unidos.
Entre enero y marzo del 2017, OjoPúblico proporcionó imágenes de la obra reaparecida a funcionarios y expertos de Lima y el Cuzco para confirmar la veracidad de la pista. “Efectivamente, es la misma pintura”, comentó Emma Montalvo, Jefe de Control Patrimonial de Bienes Culturales Muebles del Arzobispado del Cusco. Montalvo, una experimentada catalogadora y restauradora que ha trabajado en museos públicos y privados, reconoció de inmediato uno de los principales rastros de la pintura original: el hueco que aparecía en la parte baja de la túnica de la Virgen y que ahora, en una foto tomada en la exhibición, aparecía con una textura irregular propia de una restauración. Tres expertos peruanos evaluaron por separado y de manera extraoficial las fotografías obtenidas por este medio y coincidieron en que las señas dejaban poco margen de duda: se trataba de la misma pintura.
Tras la presentación de estas evidencias, en marzo del 2017 el Ministerio de Cultura emitió una alerta virtual por el robo ocurrido quince años antes. En seguida el Ministerio de Relaciones Exteriores dispuso que las embajadas difundieran la búsqueda internacional de la pintura.
URGENCIA. El Ministerio de Cultura emitió la alerta de robo de la pintura el 20 de marzo del 2017. El robo se produjo en el 2002.
LA PIEZA
La siguiente estación de las averiguaciones fue México, donde la aparición del cuadro de la Virgen de Guadalupe ha causado en varios expertos la reacción de quien ve un resucitado. “Es un lienzo iconográfico muy peculiar, muy raro y sugerente”, señaló el historiador Jaime Cuadriello, una autoridad internacional en el arte virreinal mexicano, en una entrevista para esta investigación. Según Cuadriello, apenas existen tres piezas similares en el mundo: una está en el Museo Nacional de Arte de la capital mexicana; y las otras dos en instituciones españolas: la Catedral de Valencia y el Museo de América en Madrid. “Este lienzo parece ser el más antiguo, creo que es la versión original de la que derivan todas las demás”, comentó el estudioso, autor de varios libros y ensayos sobre las representaciones artísticas del mayor símbolo cultural de ese país.
Quiere decir que podría tratarse de un cuadro temprano de Nicolás Rodríguez Juárez, miembro de una dinastía de pintores famosos, quien posiblemente fue el inventor de este tipo de iconografía, a decir de Cuadriello. La confirmación de la autoría se complica porque la tela no está firmada. El problema podría explicarse por un detalle: la foto original muestra que la pintura era más larga. Tenía un friso con la siguiente inscripción: “Verdadero retrato de la Milagrosa Imagen de Nuestra Señora de Guadalupe Aparecida en el Cerro de Tepeiacac A una Legua de México en la Tilma o Manta [de] Juan Diego indio natural de Quatitlan A 12 de Decembre de 1531 dies Años Después de la Conquista de Nueva Espana”. El cuadro de California termina exactamente donde empezaba esta franja ahora perdida.
Los curadores de la muestra en el Bowers Museum, que trabajaron casi dos años en los preparativos, recuerdan haber quedado intrigados con la aparición del cuadro. La obra fue ofrecida en préstamo por la propia diócesis del Condado de Orange, que había sido aliada estratégica del museo y patrocinadora de la iniciativa. “[Durante las coordinaciones] surgió el comentario de que ellos tenían una pieza muy interesante que podría ir de acuerdo con los discursos que buscábamos explorar en la exposición” recordó Mayela Flores Enríquez, miembro del equipo de curaduría, en una entrevista para este reportaje. “Entonces nos mandaron unas fotografías y nos pareció una pieza preciosa”, señaló la también historiadora del arte del prestigioso Museo Franz Mayer, una de las instituciones que participó con el préstamo de algunas obras de su colección.
Los expertos mexicanos hicieron una investigación sobre la pintura. Es un procedimiento habitual para toda obra de arte que va a una exposición, pero este caso dejó algunas preguntas. “Por lo que sabemos la pieza pasó por un proceso de restauración, pero no sabemos cuán profundo fue”, comentó Lenice Rivera, una curadora especializada en la iconografía sobre la Virgen de Guadalupe. En ese momento no tenían a mano ninguna referencia equivalente a la foto en blanco y negro tomada en el Cusco, pero había detalles que no pasaron inadvertidos a ojos expertos. “Cuando la conocimos en vivo, sí notamos que el montaje en el marco era raro, que tal vez la pieza fue recortada en algún momento”.
Había otras señales reveladoras: un rasguño a la misma altura de la manga en la túnica de la Virgen, un segundo empaste sobre donde antes hubo un agujero, la posición precisa de las estrellas sobre el manto azul. Pero el rasgo más evidente de la trajinada historia de la pintura eran los dobleces que, a diferencia del lienzo original, aparecían a lo largo y ancho de la tela actual. “Se ve que estuvo doblada en cuadros”, señaló Mayela Flores Enríquez.
Doblada de una forma que ningún coleccionista o comerciante cometería.
Doblada de la forma que usan los ladrones de iglesias.
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LOS COMPRADORES
Meses antes de la exposición, las autoridades de la Diócesis del Condado de Orange celebraron la adquisición del cuadro con una misa y mensajes alentadores sobre la influencia milagrosa de uno de los íconos religiosos más admirados del mundo católico. La Virgen de Guadalupe también es la patrona de esa comunidad con más de un millón de feligreses. La compra de la pintura representaba un paso más en la adaptación de la llamada Catedral de Cristal, un imponente santuario con paredes de vidrio adquirido de una iglesia cristiana en noviembre del 2011. Estaba destinada a adornar una de las capillas más importantes del nuevo templo católico, que adoptaría el nombre de Catedral de Cristo.
“No sabemos que la pintura esté reportada como robada”, dijo Steve Sallot, Vicario General de Orange, ante una consulta de OjoPúblico sobre el caso. Era junio del 2017 y por primera vez recibían la noticia del presunto origen ilícito de la obra. Sallot aseguró que la diócesis, que no tiene colecciones pictóricas, adquirió la pintura por medio de un comerciante de arte de Santa Fe, Nuevo México, en el año 2015. La pieza les fue presentada en condiciones que consideraron adecuadas. “Tenemos la documentación de cuándo compramos esta obra de arte”, refirió sin dar detalles sobre la casa que les ofreció el cuadro. La pintura permanecía en su posesión.
La referencia no es extraña: en octubre del 2016, una primera etapa del proyecto Memoria Robada estableció que en los últimos 8 años se realizaron al menos 54 ventas de objetos culturales salidos ilícitamente del Perú en casas de subasta de Estados Unidos. Varios episodios involucraron pinturas religiosas sustraídas de templos católicos peruanos.
En septiembre del 2014, un año antes de que la diócesis comprara la pintura de la Virgen de Guadalupe, el FBI y la Fiscalía de Manhattan anunciaron la repatriación de nueve pinturas religiosas del siglo XVIII realizadas por Miguel Cabrera, uno de los artistas más importantes de la época colonial en México. Los cuadros estaban reportados como robados de una iglesia en Lima. Ocho de esas obras habían sido enviadas en consignación a una casa de subastas de Iowa, y una, la más importante, fue descubierta en una casa de subastas de Nueva York.
El caso de la Virgen de Guadalupe es singular porque la pintura fue robada de un antiguo templo católico en un modesto pueblo de los Andes peruanos y terminó en un moderno templo católico en un condado que es considerado un destino vacacional de clase alta en Estados Unidos.
“Estos casos son cada vez más frecuentes”, señaló el historiador y curador Jaime Cuadriello en una segunda entrevista vía Skype. Según el experto, el factor de peso en el creciente movimiento de obras coloniales de origen mexicano desde España hacia Estados Unidos o desde México hacia otros países es la presión del mercado estadounidense: de los coleccionistas y de los museos que quieren formar sus propias colecciones sobre este rico imaginario. El movimiento en sí no estaría mal, explicó Cuadriello, si se produjera como una transacción entre colecciones privadas. “Pero si caen sobre las obras públicas del patrimonio y los bienes nacionales, eso sí es censurable”.
OjoPúblico conoció que el FBI ha iniciado una investigación sobre el episodio. Por esta razón, las autoridades eclesiásticas de Orange se abstuvieron de responder un nuevo cuestionario sobre la compra de la obra. El hombre que guarda la pieza clave reside, precisamente, ese país.
EL TESTIGO
Frederic J. Truslow es un abogado retirado que vive en Georgetown, un tranquilo sector residencial de Washington D.C. Tiene un fuerte vínculo con el Perú. A inicios de los años ochenta, representó al Gobierno Peruano en un famoso litigio contra un comerciante de arte de Nueva York llamado David Bernstein, a quien las autoridades estadounidenses interceptaron un cargamento aéreo de joyas y objetos precolombinos y poco después le incautaron más de quinientas piezas en un departamento de Manhattan. Truslow ayudó en el proceso de repatriación. Ahora está dispuesto a poner sus archivos a disposición para resolver un nuevo caso: él tiene el negativo de la foto original que prueba el origen cusqueño de la pintura de la Virgen de Guadalupe.
“No habrá ningún problema de identificación del lienzo”, dijo cuando OjoPúblico lo visitó en marzo del 2017, en el curso de esta investigación, para pedirle una evaluación en base a su experiencia sobre la eficacia legal de las imágenes comparadas.
Truslow, es lo que se diría un testigo con autoridad en la materia: guarda un registro fotográfico de 2 mil pinturas de 35 templos de la ciudad del Cusco y pueblos cercanos. Ese catálogo gráfico fue realizado a iniciativa suya en 1983, durante una visita personal al Perú realizada un año después del caso Bernstein. En esa ocasión fue invitado a una reunión de autoridades locales preocupadas para detener los robos de sus iglesias. Querían pedirle consejo. “Les dije que si no habían tomado fotos de las pinturas, nunca las recuperarían”, recordó Truslow. Les sugirió hacerlo de inmediato. La propuesta fue aprobada y obtuvo el patrocinio de la International Foundation for Art Research (IFAR), una organización de Nueva York dedicada a investigar y prevenir el tráfico de arte. A pesar de esa medida de precaución, 130 de las piezas fotografiadas serían robadas en los años siguientes.
Truslow es ahora el último guardián del catálogo. Además de los negativos, conserva las fichas de registro con datos esenciales. La tarde en que recibió a OjoPúblico, el meticuloso abogado sacó de sus archivos una copia de la cartilla hecha para la pintura de la virgen mexicana. Allí se indicaba, por ejemplo, que en julio del 2000 una visita de inspección confirmó que la pintura seguía en el templo Santiago Apóstol de Ollantaytambo. Menos de dos años después, en febrero del 2002, ya había desaparecido. “Robaron seis cuadros ese día”, comentó Truslow. Por suerte, todos habían sido fotografiados para el catálogo IFAR.
LA RESTITUCIÓN
Por los días en que la Diócesis conocía del presunto origen ilícito del cuadro, en junio del 2017, los gobiernos del Perú y Estados Unidos acordaban la cuarta renovación por cinco años del memorándum de entendimiento que prohíbe la importación de objetos arqueológicos y etnológicos de origen peruano. El convenio entró en vigencia por primera vez en 1997 e incluye, además de textiles y cerámicas precolombinas, pinturas y otros objetos religiosos de la época colonial. Ninguna pieza de esas características puede cruzar la frontera de Estados Unidos con fines comerciales.
El instrumento ha sido eficaz en varios casos anteriores, como los de las obras de Miguel Cabrera devueltas en el 2014. Al amparo de esa herramienta legal, las autoridades estadounidenses informaron a los consignatarios de entonces que tenían entre manos objetos arte robados y obtuvieron de ellos declaraciones firmadas en que renunciaban a cualquier derecho o reclamo sobre las piezas. Con la aprobación de un juez estadounidense, las obras fueron enviadas al Perú.
El cuadro de la Virgen de Guadalupe debería seguir ese camino.
DIPLOMACIA. En marzo del 2017 la Cancillería dispuso que las embajadas peruanas difundieran la búsqueda de la pintura. Este es el aviso de la legación peruana a las autoridades de Tailandia.
OjoPúblico pudo confirmar con fuentes del Ministerio de Cultura que la investigación está avanzada y que el retorno del cuadro podría ocurrir antes de medio año. De completarse el proceso, sería una de las recuperaciones más significativas por la calidad de la obra y las circunstancias de su reaparición al otro lado del continente. También es una nueva pista para establecer las rutas del crimen organizado que trafica con el patrimonio cultural latinoamericano en los mercados internacionales del arte.
Hay un poderoso simbolismo en la aparición de esta obra. “Desde la instauración de su leyenda o de su realidad devocional, la Virgen de Guadalupe es un hecho religioso y un proyecto de nación a partir de las imágenes”, escribió el recordado Carlos Monsiváis, un nigromante de la cultura popular, en un libro que varios autores presentan a una Guadalupe con todos sus sentidos: la diosa azteca, la ruta del corazón roto, la virgen subversiva, la diosa del sexo o la que domina las serpientes. Ahora también puede ser la virgen que se niega a desaparecer.